A Takeshi Kitano siempre le ha gustado ir en contracorriente y jamás le ha gustado estar encasillado. Cuando en 1983 tras participar en “Feliz Navidad, Mr. Lawrence” de Nagisha Oshima junto a David Bowie y Ryuichi Sakamoto su papel de carácter dramático fue tomado como una parodia por parte del público Beat Takeshi se lo tomó muy a mal, y decidió abandonar por un tiempo su faceta de cómico (la cual le había dado la fama) para participar en filmes interpretando a personajes violentos, quedándose casi encasillado como policía o yakuza. A finales de los 90 pasó lo contrario, tras rodar siete filmes de los cuales tres salían del genero negro, fue acusado de estar encasillado únicamente en este género tras lograr la revalida como director en todo el mundo con su exitosa «Hana-Bi» (otra respuesta tras superar el coma, de que no estaba acabado tras su accidente de moto, como muchos se empeñaban decir de él), Kitano decidió dirigir una comedia: así nació el “El verano de Kikujiro” (1999).
Masao (Yusuke Sekigushi) es un niño tristón y tímido que vive junto a su abuela (Kazuko Yoshiyuki) y que se lamenta ya que es él único de sus amigos que no se va a ir de vacaciones de verano. Un día Masao se encuentra con una antigua vecina (Kayoko Kishimoto) mientras es acosado por unos chavales y el marido de esta, Kikujiro (Beat Takeshi) le devuelve el dinero que le han robado los chavales no sin antes intentar vaciarle los bolsillos a estos. Tras esto Masao recibe un paquete de su madre (Yuuko Daike), en la que ve escrita la dirección en la que vive. La vecina en un segundo encuentro invita a Masao a tomar un refresco en un bar, y al explicarle este como le gustaría ir a ver como es su madre ya que no recuerda ninguna imagen de él. La buena mujer convence a su marido a que le acompañe en el viaje a cambio de unos cuantos yenes. El caso es que Masao acabará en manos de Kikujiro, un extraño personaje aficionado a decir “Cabrón” cada dos por tres y que le llevará de visita por los lugares más respetables de Tokio como pueden ser un burdel o las apuestas, quedándose pronto sin dinero e iniciando así un viaje en el cual la necesidad agudizará el ingenio de los dos, pasando por las más extrañas situaciones. Todo esto visto desde el peculiar e infantil punto de vista del pequeño Masao.
“El verano de Kikujiro” es tal vez la obra más exitosa de Kitano en cuanto a público en Occidente y es una de esas pocas comedias familiares que se han logrado transformar en un filme de culto y en una película propiamente de autor. La película posee todas las peculiaridades del director nipón y no esta exenta de algunas escenas de violencia que pueden impactar un poco al tratarse de un filme infantil, pero que no llegan a ser dramáticas. Como él encuentro de Masao con el pederasta en el lavabo y la posterior llegada de Kikujiro. O él encuentro de Kikujiro con los yakuzas de la feria tras que Kikujiro intentará timar a unos feriantes. También aparece el omnipresente mar azul que hace acto de presencia durante toda la filmografía de Kitano representando la serenidad y la tranquilidad, en este caso la de Masao tras su frustrado encuentro con su madre. Y tambien escenas donde Kitano homenajea algunas de sus aficiones como es el caso de los camareros que bailan claqué, la chica que hace malabares, el cameo de su antiguo compañero Beat Kiyoshi (con el cual formaba “The two Beats”), o la aparición de Great Gidoyu y Rakkyo Ide (los dos participaron en Humor Amarillo, Great Gidoyu exactamente haciendo el rol de luchador de sumo verde, el de la barba regordete) interpretando a los moteros. También existe durante todo el filme un cierto lirismo adornado por escenas de paisajes y en algunas escenas donde afloran los sentimientos por encima de todo (Masao en la playa, o cuando Kikujiro va a ver a su madre).
También está muy bien reflejada la relación entre Kikujiro y Masao. Masao durante toda la película trata a Kikujiro como “El señor” ya que es para él un autentico desconocido y ve como en un principio él único interés que tiene en él es el dinero que le da su esposa para el viaje de ambos, y este no tarda a gastárselo en prostitutas. Tras esto Kikujiro le usa en la casa de apuestas como amuleto para ganar las carreras de bicicletas culpándole continuamente de su mala suerte cuando falla en la elección de números. E incluso posteriormente le deja fuera de un restaurante de suishi bastante cutre, que es cuando Masao se va con el pederasta. El caso es que poco a poco y a medida que los devaneos y las situaciones que deben superar juntos les irán haciendo más amigos, tornándose los papeles y a medida de que Masao va madurando con los varapalos del viaje la actitud de Kikujiro se va tornando más infantil e incluso llega a sentir un inmenso aprecio sintiéndose identificado con Masao cuando él era un niño, e incluso llega a sentir esa extraña necesidad materna encontrándose con su madre, aunque de una manera similar a la de Masao, sin demasiada interacción. Y sin duda alguna los dos viven sus momentos más memorables cuando a ellos se unen en el pantano los dos motoristas y el poeta, formando los cinco una esperpéntica pandilla que despertará la imaginación de Masao.
“El verano de Kikujiro” es una película emotiva a la vez que muy fácil de ver y la cual va ganando más fuerza con cada minuto de metraje. Es una película que habla sobre las relaciones entre niños y adultos, y en lo fácil que sería la vida para todos si no perdiéramos esa inocencia con la llegada de la madurez. Y ante todo la película es todo un poema a la imaginación, ese maravilloso don que todos poseemos. Por cierto, el nombre de Kikujiro es un homenaje de Kitano a su padre, del cual pensaba que era un yakuza por sus modales y su aspecto pero el pobre Kikujiro no era más que un humilde pintor. Es justo que por último hara referencia a la espléndida banda sonora compuesta por el gran músico Joe Hisaishi, habitual en la filmografia de Kitano y de Hayao Miyazaki, el que tal vez sea el mejor director de cine de animación nipón.
mayo 26, 2007 a las 2:15 am |
Muy buena peli para iniciarse en la filmografía de Kitano. Como dices se deja ver muy bien, pero no engaña en cuanto al tipo de cine que hace Kitano, vale que es más «familiar», más «amable», pero le encuentro muchísimos puntos en común con sus otras pelis más «duras».
Esta peli fui la segunda que vi de Kitano, después de haber visto «Dolls» de estreno unos meses antes. La ví en el Maldà en sesión doble junto a «Hana-bi» y me quedé medio flipada xDD Desde entonces Kitano es uno de mis favoritos.